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poesía sencilla 4

6 Jul

 

lustración: Nekane Suso Biain

El espíritu revive

De los que habéis desaparecido,
es mucho más fácil y creíble
saber que permanecéis aún vivos
más allá de la muerte despiadada.

Habéis dejado en mí huella, a fuego,
casi todos positiva, y algunos
más tóxica, que sin descomponerme
ha sido ocasión de superarme.

El recuerdo de Paquita, la madre,
de su dulzura, alegría y cocina
y de muchos trajines y patadas
sobre juanetes inmisericordes.

Me dejaste el perdón tras herencia
agitada y peleas egoístas,
el dolor de una larga enfermedad
y compartir el amor que me diste.

Estás presente Ángel, el honrado,
en tiempos convulsos de ricos hechos
bajo el ala del terror y de muerte,
obteniendo el sustento en pluriempleo.

Respetaste, padre, las decisiones
de orientar mi vida por vocación,
y de girarla luego hacia el amor.

Estas son apenas hilachas
de la densa red de personas
que se teje en una vida larga.

Son sólo las más positivas
las que fundaron mi persona,
hay cientos de personas más…

No ha desaparecido del todo
aunque su cuerpo sea cenizas, o
huesos que se van descarnando.

El espíritu que me transmitisteis
está en mí y estoy procurando
difundirlo en otras personas.

Porque el espíritu bueno revive
se vuelve cultura, derecho y ambiente
de la sociedad que lo recrea.

 

Hola Bittor

Ahora sí vino el ángel a felicitarte
y te lleva hacia nuestro…. (respetuoso silencio).

Fuiste para nosotros una bocanada de esperanza
porque descubrimos en el grupo una iglesia
que merecía la pena porque luchaba
por hacer real la esperanza del Concilio.

Fuiste para nosotros un hombre muy humano,
capaz de comprometerte apostando
por los cuatro que tenían veto,
de una iglesia diocesana del Real Madrid.

Tuviste una paciencia muy grande
cuando se desataron nuestros amores
y vinimos a decepcionar tus apuestas
y pareció que te habíamos tomado el pelo.

Te hemos visto envejecer en el campo
y ha llegado hasta nosotros tu verbo
siempre sincero, y tu aliento…
Te deseamos un buen descanso…

Ángel llévale a la habitación más bonita
que se la merece, nosotros somos testigos.

 

Día para celebrar (25-05-2018)

En un día lluvioso
de madrugada tormentosa,
ayer, se nos murió Antonio.

Hace tiempo el corazón le dio gran susto,
dejándole casi sin habla,
a él que tanto le gustaba
conversar con los amigos.
Los últimos días desfallecía
y cuando un compañero
le preguntó: ¿Cómo estás?
sorprendió con habla florida, fluida y larga.

El día último, el médico,
que a diario le visitaba en la residencia,
le comunicó que allí, en su cama,
no le podía hacer lo que en el hospital
para prolongar su vida.
Entonces dijo la palabra definitiva: ¡NO!

Con Antonio se nos ha muerto un poco más
la generación de misioneros
que se comprometió con los pobres,
las Comunidades Eclesiales de Base,
dentro del marco multiforme
de la Teología de la Liberación.

Compañero inseparable de Julián
se curtió en Abetxuco el barrio
de los emigrantes con casitas,
bajo la tutela de Vicente,
párroco de San José Obrero.

Con cincuenta y cuatro años, y muchos
de lucha contra un obispo franquista,
se fue a Ecuador, donde encontró
un equipo de Sacerdotes, religiosas
y seglares que practicaban la vida
en equipo y compartían en comunidad.

Antonio, ¡cuánto disfrutamos los lunes!
en los partidos a muerte de Ecua vóley,
en los baños y las comidas compartidas,
y viendo crecer a los retoños de las parejas,
que hacían más monadas que los chichicos.

Adiós, Antonio, ¡Salud!
¡Seco y volteado! ¡Que te rías mucho!

Oscar Arnulfo Romero

El 24 de marzo de 1980
las lágrimas saltaron de mis ojos
de 35 años, porque un francotirador,
con una bala calibre 25, expansiva,
hizo estallar el inmenso corazón de
Monseñor Romero
mientras decía misa en
el Hospital de la Providencia
en San Salvador.
Su labor de defensa de los
Derechos Humanos y de los
campesinos más pobres
molestaba al ejército…
Sus sermones radiados,
sus palabras acogidas por
los pobres, a través de la radio,
hicieron insoportable
la situación al comandante supremo
que veía comunistas en todos
los que defendían la causa
de los pobres.

Hoy he conocido que el
14 de octubre de 2018
le proclamarán santo,
y mis lágrima se han secado
y ha estallado la alegría
en mi corazón…
He abrazado a todos los
latinos que me han salido
al paso, porque es nuestro
santo, el hombre de iglesia
que usó su voz para dar
consuelo a los pobres,
a los perseguidos,
a los asesinados.

Reproduzco palabras de
su último sermón:
Ante la orden de matar
que dé un hombre, debe
prevalecer la ley de Dios
que dice no matar.
(Calurosos aplausos.)
Ningún soldado está obligado
a obedecer una orden
contra la ley de Dios.
(Sonora ovación.)
Una ley inmoral
nadie tiene que cumplirla.
(Atronador entusiasmo.)
Ya es tiempo de que recuperen
su conciencia y que obedezcan
antes a su conciencia
que a la orden del pecado.
(Sigue el sermón entre palmas sonoras.)
Queremos que el gobierno tome en serio
que de nada sirven las reformas
si van teñidas con tanta sangre.
(El templo se viene sonoramente abajo)
En nombre de Dios, pues, y en nombre
de este sufrido pueblo cuyos lamentos
suben hasta el cielo cada vez
mas tumultuosos, les suplico, les ruego
les ordeno en nombre de Dios:
¡Cese la represión!

Fue su condena a muerte
y su triunfo para la eternidad.

Valores eternos

Nos iremos y la casa quedará…
Dentro de cuarenta años
todos estaremos Dios sabe dónde
y quizás no quede memoria de
lo que desde la edad media
se ha denominado nuestra “casa”.

Ha muerto la vecina del tercero,
en dos días y dos ictus se ha ido.
Ya nadie humedecerá nuestra colada
recién puesta a secar…
Se habrá ido a compartir rumores
a la gloria celestial.

Desaparecerá nuestra memoria
y sin embargo, quedará el Rugby,
el entusiasmo de los niños y jóvenes
que hoy han llegado hasta Betoño
a la Araba Rugby Cup, para los
menores de diez a catorce años.

Se acabará el fútbol disuelto
en su propia podredumbre
y el Rugby seguirá con sus valores
de respeto y camaradería
con un tercer tiempo atractivo
más allá de las victorias.

 

Luz blanca

El mirador renovado
ha cambiado la luz
de la cálida calle del verano
a la anodina de esta
primavera muy lluviosa,
en la que he recibido
unos cuantos avisos
de mareos y caídas.

Tarde llegaron los aviones
a colgar sus nidos fuera
del pueblo en los chopos
moribundos de la laguna,
este año de nuevo hinchada
y con cría de patitos y fochas.

Cielos grises amenazadores
de nubes que llegan llorando
hasta los suelos.

Luz blanca precursora
de la luz al final del túnel
como luz de amanecer
que se asoma tras la barrera
de las montañas lejanas.

Luz que no destaca los relieves
de la vegetación más feraz
en las colinas sucesivas
en plena pujanza primaveral.
Luz uniforme, con pocos colores,
llena de matices grises deslavados;
sin la chispa alegre de los amarillos;
con el humor escondido
de las mojadas amapolas.

Luz blanca de la existencia tranquila,
del amor sin sobresaltos…
Sigo siendo feliz. Vivo, leo, paseo,
contemplo la bellezas pequeñas,
en la buena compañía.

 

Dios escondido

—Eres un huidizo
que nadie sabe dónde estás.
El que cree en ti
nunca está seguro de
que estés con él.
Muchas veces sufre
porque no te ve
ni te oye.
Ni es patente que tu
le oigas o le veas.
Y el que te rechaza,
por obsoleto,
tampoco está seguro
de que no estés
con él, agazapado,
cuando te necesite.

—Yo tengo fe
Y espero que
tengas paciencia,
con este creyente
tan impaciente.

—Muchas veces me
distraigo y no te escucho
entretenido con las cosas
y por los ingenios humanos.
—Me parecen distracciones,
cosas vanas , pero quizás
te has ocultado en
esos escondrijos,
porque nada de lo
humano te es ajeno.
—Te ocultas muchas veces
en las injusticias, porque
amas a los oprimidos.
—Te arrebujas en los sistemas
de dominación mundial,
sean nucleares o informáticos,
apoyas calladito a los que
luchan con sus manos
contra esas divinidades terribles.
—Estas oculto en las desigualdades
entre hombres y mujeres
porque son las personas
pobres de un planeta,
cada vez más rico y frágil.

¿No me preguntes dónde estoy?
Mira hacia abajo,
Mira hacia adentro.
Escucha a los que sufren.
Huele a los enfermos,
Abraza a los presos.
Camina cuando estés cansado.
Reza cuando tu fe tambalee.
Ama cuando dudes del amor.
Espera, siempre espera…
Abrázate por dentro…
que yo te estaré esperando.

 

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Poesía sencilla 3

27 Jun

 

Escultura de Martín Gaztelumendi

Mis posos

Es muy difícil saber si yo dejaré
posos en las personas que me
rodean, o si como dice mi regalo
de jubilación: Cuidaremos la huella
que has dejado.

Me encantaría dejar la amistad
con los distintos, los que creen
en otra forma (o no creen)
y sujetan su vida a otras normas,
y luchan por ser coherentes
el poquito que se puede ser.

Estaría maravillado si consiguiera
dejar unos cuantos escritos
que alegraran la vida,
o hicieran soportables
penas y enfermedades,
de las personas que (o se los) lean.

Me gustaría dejar poso de respeto
por lo que se suele llamar Dios,
que yo no me atrevo a llamar
por no faltarle al respeto,
prefiero guardar un…
(respetuoso silencio).

Sería el culmen si pudiera dejar
un poso de amor, de ese ser tornadizo
que va cambiando con la edad
y que parece que se oculta con
las nubes de la vejez, pero
que está ahí, inexplicablemente ahí.

No me halaguéis, basta de alabanzas,
sed sinceros, porque necesito
saber el color de los posos que dejo,
cuáles luminosos, y cuáles oscuros;
si os sirven para vivir mejor,
o tiñen vuestra vida de desesperanza.

 

Posos de otros

Mirando en el fondo
de mi recipiente, analizo
lo que en la vida han ido
otras personas
dejando impreso
en mi fondo.

Las ideologías enemigas
fueron fraguándose en
el siglo anterior, y me llegaron
a alcanzar en la posguerra
fratricida y su continuación,
la guerra más espantosa,
por ahora.

También la ciencia dejó
toda clase de restos,
en mi tacita recién nacida.
Justo cuando tenía un mes
el primer artefacto nuclear
estalló en Álamo Gordo,
¡la leche de mi madre!
con radioactividad.

Y mi hermano desconocido,
un tal Miguel Ángel,
se murió de meningitis,
Y yo, el primogénito sustituto,
recibí cuidados sin fin,
y al pasar el tiempo
muchas inyecciones de
penicilina y calcio…

Unas temporadas de cama
y los regalos de mi primo
me aficionaron a la lectura,
de los cuentos de Andersen,
Y a iluminarlos de colores.
Todo esto me ha modelado
¡misterio! hasta ahora.

Guillermo, el travieso
dejó su poso de humor,
ingenio y creatividad…
que los frailes no consiguieron
matar, con todas sus rutinas
y el interés por inculcarme
¡desgraciados! hábitos.

Las mujeres y sus luchas
me pavimentaron de lenguaje
a ras de calle y de penurias,
que no lograron disolver
las docenas de libros de
papel marrón que me tragué
en desorden.

Jesús, el de Nazaret,
me dejó el poso de un Dios
bondadoso y amante
que no fue disuelto por
la teología y la liturgia
repetitiva y aburrida
de miles de misas.

La filosofía de un tal
Manzana, el buen José,
despejó el panorama
anulando la escolástica
recalcitrante y nos
enseñó a pensar críticamente
a toda una generación.

Y veo un fondo luminoso
de teología liberadora
que no ha sido anulada
ni por el capitalismo salvaje,
ni por la conjura vaticana,
ni por la sociedad de la comunicación…
¡ay! el consumo.

Los pobres del Ecuador
me barnizaron de realidad,
de la explotación mundial
que se tragaba su chocolate
y café y dejaba en ellos
la tisis de sus jóvenes y
la deuda eterna.

El amor me imprimió carácter
y no le fui infiel, me consagré
a él, como a lo único que
se puede dedicar la vida.
No pudo con él ni la pulsión
sexual que desde adolescente
me superó.

Y desde que me jubilé la
enfermedad me está dejando
sucio el fondo, que no ves
los posos anteriores.
Pero, ahí están, siguen todos vivitos.
Son mis raíces y espero en otros,
dejar posos.

Y a ti ¿Qué posos te ha dejado
la vida? Algunos son amargos,
otros dulzarrones,
pero todos son tuyos.
¡Asúmelos y trasmítelos!
Haz con ellos un poema
y nos lo lees. ¿Eh?

 

La voz

Salieron a buscarme
en la noche
y no me encontraron.

Semana de relaciones sociales,
masas en manifestaciones exitosas,
indignaciones masivas
antes las desigualdades,
actividad en los grupos habituales,
los cuidados a mi cargo,
muchas cosas que hacer…
y yo me encuentro solo.

Salió a buscarme
en la oscuridad
y no me encontró.

Semana de asistencia
a la hija y a su retoño,
se alejó en el tren gozosa
de ver de nuevo al nieto.
Compartiendo labores
y entretenimientos…
Hecho mucho en falta
sus discusiones.

Salí a encontrarme
en la confusión progresiva
y no lo conseguí.

Y en la intimidad del grupo,
de poesía disminuido,
casi exhausto, me hicieron notar
los defectos de una voz relamida.
Ha sido como una bofetada,
el que mi voz no fuera clara…
Y reaccioné buscándome.

Y me encontré con mi voz
sencilla y afectuosa,
que estaba perdida, fuera.

 

Es fácil

Es fácil hacer un poema.
Tienes que encontrar
una frase y darle vueltas
en tu cabeza hasta que te
salga sola y redonda.
Luego te tienes que sacar
las entrañas:
recuerdos, impresiones
afectos, indignaciones…
y las vas añadiendo
poco a poco, como se añade
el aceite para que la mayonesa
no se corte.

A—Pero, así te desnudas
ante toda la gente…
—Claro, hay que perder
el pudor…
A—Y tú ¿desnudas también
a la gente que conoces?
—Puede ser, pero con
buen rollo, con cariño,
sin maldad…
¿Quieres que te haga
un poema? Es fácil…
A—NO.

 

Improvisación

¡Qué vida buena!
Todo el día ocupado
en las labores de la casa,
en los paseos de reglamento,
en el cuidado de mi enfermedad,
en el pringue de mi asociación,
en la escritura.

¡Es una gozada!
Preparar con ilusión
un plato nuevo,
ir a un recorrido desconocido,
conocer a gente que escribe
aunque esté en otro continente,
terminar este poema.

¡Me hace ilusión!
Inventar una salsa,
descubrir una ruta en un programa,
departir con un enfermo,
venir al grupo a leer
este poema hecho de cariño
e improvisación.

 

Cota cero

Después de salir de la frutería
veo al pasar que la panadera
tiene permanente el ceño
fruncido. Ya hasta los despachos
de pan son franquicias.
Me salto un semáforo en rojo
y otras personas me imitan.
Un Dartagnan viejo nos pita
desde un descapotable verde.
los jardinero elegantes con
cascos rojos y protectores
de oídos a juego, juegan
a quitar la pelambrera
abundante a los árboles
del parque. ¡Con tanta lluvia!
Los niños del patio juegan
al fútbol, gritando como en el
mundial, las niñas están
desaparecidas.
Un parado ha salido al balcón
a fumar, buscando el sol aún
velado.
El panadero independiente,
me sirve el pan a diario,
me comenta el tiempo:
ya he sacado la camiseta para
la calorina, al fin llega.
Un trío de mujeres saharauis
se me cruza cerca de mi casa,
la madre elegante empuja
un carrito con una niña
vestida de occidental y detrás
camina la abuela vistiendo
la melfa.
Frente a mi portal un
desaprensivo insolidario ha
abandonado una mierda de
perro, que algunos vecinos
involuntarios la han esparcido
por la elegante remodelación.
Entro en mi casa a cota cero.

 

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